Las feministas no somos humanistas y no nos vamos a cambiar el nombre.

Del original de Sherrie Silman en Feminspire, Feminists Are NOT Humanists – And We Should Not Be Renamed

Traducido íntegramente por Daphne Blacksmith <3, corregido y subido por Demonio Blanco.

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Hay una pregunta que muchas feministas están hartas de escuchar:

Si el Feminismo defiende la igualdad de derechos para todo el mundo, ¿por qué no se llama igualitarismo o humanismo?

He aquí la respuesta corta:

El Feminismo no se llama Humanismo ni Igualitarismo porque Feminismo, Humanismo, e igualitarismo son tres teorías distintas.

El Feminismo no se llama Humanismo ni Igualitarismo porque tanto en el  Igualitarismo como en el  Humanismo bulle un concepto preexistente; el que defiende que «las mujeres pueden o incluso deben ser reconocidas como personas» sin tener en cuenta la lucha por la equidad de género y contra la homofobia, el racismo u otras discriminaciones que la Declaración de Derechos Humanos pretende erradicar.

El Feminismo se niega a eliminar el fem- de su nombre porque eliminar el femenino de la palabra sería discriminatorio y  contraproducente.

El Feminismo debe su nombre precisamente debido al sentimiento de odio hacia lo femenino que impregna todo el planeta.

Y aquí la explicación:

El Feminismo es un movimiento social que aboga por el reconocimiento ecuánome de los derechos humanos para todo el mundo y la protección que esto conlleva para todos los géneros.  No sólo de derechos y protecciones sobre el papel o en teoría, también en la práctica.

El Feminismo opera sobre el principio de que el género no conforma una base sólida sobre la que aplicar discriminación, sometimiento, marginación, opresión, esclavitud, y/o genocidio. El primer principio unificador del movimiento fue el concepto de que el sexo no debe dictar la personalidad de un individuo dentro de un marco legal ni  tener la potestad de facilitar o usurpar los derechos humanos básicos del mismo. Se llama Feminismo porque el género despersonalizado y sometido a otras formas de opresión fue (y sigue siendo) el femenino, de ahí el fem- en el Feminismo.

El Feminismo se gestó en lugares donde las personas de sexo/género femenino se encontraban sometidas a discriminación, marginación, opresión, esclavitud, genocidio y otros tipos de violencia. Históricamente, en la mayoría de las partes del mundo, las personas de sexo/género femenino han sufrido desconsideración con respecto a los hombres, han estado sujetas a los hombres en concepto de propiedad y se las ha leído como elementos infrahumanos. Este sexismo persiste en la mayor parte del mundo actual (y que nadie te diga que las cosas no están tan mal, a esas personas, lo que realmente les ocurre es que no sufren el sexismo, la marginación o la subyugación de manera directa y, de esta manera, les resbala solidarizarse con aquellas personas que sí las sufren).

Así que sí, el Feminismo aboga por que las personas de sexo/género femenino gocen de los mismos derechos que las personas leídas como no mujer/femenino.  El Feminismo defiende la igualdad de derechos para todas las personas independientemente de su género, porque el género no conforma una base sólida sobre la que aplicar discriminación. Defender que el género no conforma una base sólida sobre la que aplicar discriminación implica sostener que el sexo, la orientación sexual, la edad, el origen, la situación socioeconómica, la alfabetización, la capacidad, etc. tampoco conforman bases sólidas sobre las que aplicar discriminación. La mayoría de nosotras nunca estaremos en desacuerdo: los derechos humanos son para todas. Sin embargo, violaciones de los Derechos Humanos fundamentales, como la esclavización y la opresión de manera explícita, ocurren todos los días en todas partes del planeta. ¿Cómo cambiar esto? A través de la acción. Poniendo en marcha un movimiento. Preparándose para la batalla.

El Feminismo es un movimiento que aboga por la igualdad de género.

¿Hubo algo antes que el Feminismo que promoviera y exigiera igualdad de derechos para todas las personas independientemente de su sexo? Pues no, no lo hubo. No ha habido ningún movimiento semejante y que se recuerde antes del Feminismo. Hubo movimientos antes de que naciera el Feminismo, hubo movimientos que contribuyeron al fomentar un clima social que permitiera que el Feminismo se gestara, pero ninguno de ellos tenía el enfoque del Feminismo. El Feminismo es el movimiento que se opone a utilizar el género como base para la discriminación.

Aquellas «reivindicaciones feministas» que no comparten el objetivo de lograr la igualdad en términos de derechos humanos y  protección de todos los géneros (y por extensión, de todas las personas y clases sociales que sufren abuso de poder) no son verdaderas reivindicaciones feministas.

El humanismo es una rama de la filosofía (y la ética) que aboga por la igualdad, la tolerancia y la laicidad (lo que se conoce comúnmente como «la separación de iglesia y estado»). El humanismo reconoce que los seres humanos no «necesitan» de la religión para desarrollar sistemas morales o establecer un comportamiento moral. En otras palabras, el humanismo es la teoría que defiende que los seres humanos son capaces de utilizar la lógica para determinar lo que es ético (el bien y el mal) y no necesitan de los dictados del monstruo espagueti o de cualquier otra deidad para alcanzar el conocimiento moral. Los humanistas abogan por la educación, la tolerancia, la política representativa (en contraposición a la monarquía) y la libertad de pensamiento (en contraposición al dogma religioso). El humanismo no es un movimiento sociopolítico que se encuentre activo en la actualidad.

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El igualitarismo es una forma de filosofía política que defiende que  todos los seres humanos son iguales en esencia y por lo tanto tienen el mismo derecho a iguales recursos como los alimentos, la vivienda, el respeto, el estatus social). El igualitarismo, con todos sus méritos, se encuentra limitado en la práctica. La igualdad se conceptualizó originalmente como un medio para dar a todas las mismas cosas y garantizarles los mismos medios, por así decirlo, y los conceptos y teorías de la igualdad se transformaron y crecieron a partir de ese punto de partida. No obstante, puedes facilitar a todo el mundo los mismos elementos y perpetuar la desigualdad y/o la inequidad. Por ejemplo, puedes enunciar que todo el mundo tiene derecho a dos manzanas y, de esta manera, entregar dos manzanas a cada persona, sin así explicar la desigualdad de recursos que previamente existían antes de la entrega de las manzanas. En otras palabras, algunas personas podían tener ya dos manzanas, otras podían no tener ninguna, algunas personas podían ser alérgicas a las manzanas, y otras de más allá tenían más necesidad de una manta que de una manzana. El igualitarismo, aun siendo un concepto ético fundamental, no tiene generalmente en cuenta las desigualdades a través de una perspectiva interseccional. El igualitarismo no es un movimiento sociopolítico que se encuentre activo en la actualidad.

Humanismo e Igualitarismo son movimientos intelectuales importantes cuyas filosofías forman parte del Feminismo así como de la Declaración Internacional de los Derechos Humanos. Sin embargo, el Feminismo es el único movimiento que aboga activamente por la igualdad de género. El Feminismo lleva ese nombre porque comenzó como un movimiento sociopolítico con el objetivo de  lograr la igualdad de género para las mujeres y, por lo tanto, a través de su propia lógica y discurso, es un movimiento sociopolítico cuyo objetivo es lograr la igualdad para todas las personas independientemente de su sexo o cualquier otra característica demográfica. Por extensión lógica, el Feminismo apoya la Teoría de la Equidad.

La Teoría de la Equidad reconoce la existencia de esferas de  dinámicas de poder diversas e interseccionales que crean lugares de dominación/subordinación basados en juicios de valor asignados a diversos conceptos o realidades (p.e.: raza, género, etc.). A diferencia del Igualitarismo, la Teoría de la Equidad  debate sobre cómo crear igualdad sin tratar a todas las personas como si fueran exactamente iguales. Las personas no son exactamente iguales, diferentes agentes sociales en diferentes ubicaciones sociales se enfrentan a diferentes retos en su situación social. Entregar a cada uno una manzana no crea igualdad si alguien es incapaz de sostener físicamente la manzana. Las barreras físicas, sociales y discursivas crean desigualdades de acceso y requieren enfoques individualizados que hay que superar. La Teoría de la Equidad es un enfoque interseccional que engloba la ética, los Derechos Humanos y el pensamiento sociopolítico.

Simplifiquémoslo: el igualitarismo pretende dar a cada persona las mismas dos barras de pan a pesar de que algunas personas son alérgicas al pan. El humanismo también sostiene que deberíamos dar esas barras a todo el mundo, no porque el monstruo espagueti nos haya dicho que lo hagamos, sino porque es lógicamente ético hacerlo. La Teoría de la Equidad reconoce que lo que algunas personas necesitan para alcanzar la igualdad son dos tipos diferentes de pan o un pan y una manzana o ningún pan y dos naranjas, porque todo el mundo es diferente. El Feminismo nos recuerda que ningún género tiene derecho a más hogazas de pan o a las rebanadas más frescas y que ciertas situaciones sociales (género, orientación sexual, identidad étnica) han sido silenciadas y empequeñecidas con frecuencia de manera injusta y a menudo violentamente. El Feminismo defiende  que, a pesar de los buenos pensamientos y las buenas intenciones iniciales del Igualitarismo y el Humanismo, esas situaciones sociales en situación de discriminación se están muriendo de hambre solo con las migajas que dejan aquellas personas que piensan que sólo ciertos tipos de personas tienen derecho y un más fácil acceso al pan. Lo que hace el Feminismo es mostrarles a esos Igualitaristas y a esos Humanistas que actualmente reposan sobre las cabezas de personas en situación de marginalidad que esas mismas personas que se encuentran bajo sus pies existen, y que si pudieran cambiarse levemente de sitio, dejarían de aplastarles.

Así que la próxima vez que alguien te diga que solo participaría en el Feminismo si cambase su nombre por el de algún otro movimiento que no combate activamente la opresión y la desigualdad, adelante, felicíta a ese imbécil por lo enorme de sus prejuicios. Si quieres optar por algo con un poco más de clase, tal vez puedas enviarles este artículo.

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