Los hombres gordos son una cuestión feminista.

Del original de Virgie Tovar en Everyday Feminism, Fat men are a feminist issue.

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Muy a menudo se me ha preguntado por mi opinión política en relación a la gordura en hombres.

Lo cierto es que he dudado durante largo tiempo pronunciarme al respecto –muy a pesar de la importancia que reviste el asunto– principalmente por dos razones:

  1. Mi entorno y experiencia se centran en el estudio y defensa de los cuerpos leídos como mujer, y
  2. No he dedicado el suficiente tiempo a desarrollar mis opiniones relativas a cómo afecta la gordofobia en hombres, partiendo de la base de que esta fobia se encuentra especialmente determinada por el género.

La gordofobia, en muchas de sus formas, fomenta el odio contra las mujeres y normativiza nuestros cuerpos. Sin embargo, hace poco que me he dado cuenta de que, a veces, en la gordofobia infligida contra los cuerpos leídos como hombres también existe misoginia.

Mientras me documentaba para elaborar este artículo, descubrí que a los hombres gordos se les lee como femeninos. Normalmente, se considera que los hombres gordos son de moral disoluta y de disciplina despendolada, algo que históricamente se ha adscrito a las mujeres y la femineidad. También me topé con algunas discusiones que señalaban que la gordofobia masculina tiene su origen en la preocupación por la progresiva feminización de los hombres.

De esta manera, creo firmemente que algunos elementos (o puede que la mayoría) de los que provocan la gordofobia sufrida por los cuerpos leídos como  hombre son el sexismo y el odio intrínseco hacia lo femenino en nuestra cultura, no el odio per se hacia las personas gordas.

Tras haber revisado imágenes y artículos relacionadas con este asunto en la red, tres puntos me llamaron la atención.

  1. Feminización química.

Incluso el célebre personaje televisivo en Estados Unidos Dr. Oz ha manifestado su malestar respecto al aumento de peso en hombres, que, según él, puede dar lugar a «aumento de la conversión de testosterona en estrógenos».

En este artículo de la periodista y escritora Judy Mandelbaum en la revista Salon, cuyo título rezaba Según investigadores del sexo, el «tamaño» importa, al que le añadía la siguiente ocurrencia: «recientes estudios demuestran que los hombres gordos duran más en la cama. ¿Deberíamos de estar de celebración en los Estados Unidos? El cuerpo del texto incluía el siguiente fragmento (énfasis personal):

«Los hombres con sobrepeso mostraban altos niveles de estradiol, la hormona sexual femenina. Este elemento afectaba aparentemente a los neurotransmisores masculinos naturales y ralentizaba su llegada al orgasmo. Irónicamente, cuando más se reducía su apariencia masculina, en mejores amantes se convertían».

Es difícil patinar más y mejor.

En primer lugar, sé  que existe la creencia popular de que las hormonas sexuales de cada género determinan un un comportamiento característico, siendo agresivo en hombres y sumiso en mujeres. También se les adjudica efecto en la duración del coito.

Pertenezco a esa minoría de catedráticas que defienden que esta especie de determinismo hormonal no solo plantea problemas, sino que es totalmente falso.

Mendelbaum traza vínculos potencialmente engañosos entre la ampliación de la duración del coito y la mayor presencia de estrógenos en hombres gordos, cuando es harto difícil establecer tal conexión. Fijaos también en la palabra aparentemente en el extracto, sin ningún tipo de valor explicativo, sea el que sea. Aunque los hechos se encuentren correlacionados, esto no significa que les una ninguna relación de causalidad.

Hay infinidad de factores que posiblemente sí tengan influencia en estos descubrimientos. Uno de ellos, el primero que se me ocurre, puede ser una mayor timidez en hombres gordos, que puede afectar al tiempo que necesitan para alcanzar el orgasmo.

Las personas gordas hemos aprendido que nuestros cuerpos no solo no son atractivos, sino que directamente están MAL. Esto me ha llevado a darme cuenta de que tanto la timidez como la inseguridad son factores importantes que intervienen en la consecución del orgasmo durante el sexo.

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Como mujer gorda, tengo más células adiposas, las mismas que almacenan hormonas, y, por ello, seguramente tendré más estrógenos y testosterona en mi cuerpo que una mujer delgada.

No creo que un mayor nivel de hormonas en mi cuerpo afecte a mi capacidad de llegar al orgasmo tanto como lo hace mi conciencia personal de persona gorda.

Cuando me encuentro con parejas sexuales que me hacen sentir emocionalmente segura, no tengo ningún problema en conseguir orgasmos increíbles en cortos periodos de tiempo. Aunque no puedo anunciar que es lo mismo que les ocurre a los hombres que se sometieron al estudio que he mencionado antes, sí puedo afirmar que este factor puede generar socava sus postulados.

En segundo lugar, y probablemente el más importante, la autora está haciendo uso de un supuesto argumento científico para proponer que los hombres gordos, tanto física como químicamente, guardan parecido con las mujeres.

La noción de que las partes del cuerpo de los hombres tienen una apariencia menos masculina cuanto mayor sea su volumen no es ciencia (ni siquiera hormonación), son los prejuicios  gordófobos de la propia autora. Sin embargo, lo importante de esto último es que vincule la expresión de género y la gordura.

Sus declaraciones ponen en entredicho el género y la virilidad de los hombres gordos, haciendo uso de una herramienta basada en la noción cultural que defiende que un hombre leído como femenino es motivo de vergüenza.

  1. Gordura castradora

En busca de imágenes y artículos relativos a hombres gordos, di con un meme muy popular asociado a hombres gordos. Lo llamé el meme de gordura castradora.

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Representa literalmente la idea de que los hombres gordos no pueden dar con su pene (un nivel de condescendencia típica y exclusivamente reservado a las mujeres, no se nos olvide), que llevan años sin verlo y otras formas de castración metafórica.

Permitidme hablaros de las dos partes de este meme que me parecieron especialmente sexistas:

En primer lugar, la noción de que los hombres gordos están incapacitados para encontrarse el pene, cuanto menos, infantiliza.

Como he mencionado anteriormente, por lo general, estos niveles de condescendencia están reservados solo a mujeres, cuya construcción cultural les adjudica puerilidad y una menor inteligencia en comparación con los hombres.

Este meme  me trajo a la mente aquellas veces que los hombres me hablan de una manera infantil cuando creen que no he entendido algo que ellos creen obvio; es más, lo considero una prueba de que los cuerpos de los hombres gordos están construidos como femeninos: tal condescendencia muestra un tipo de comunicación normalmente unidireccional, de hombres a mujeres.

Segundo, este pene desaparecido representa la clásica preocupación cultural por la diferenciación sexual.

Este meme parece insinuar que a los hombres gordos no se les puede clasificar como hombres porque su volumen afecta a la visibilidad de su pene. Ya que los penes se leen como sinónimo de masculinidad, una cantidad de grasa tal que altere la visibilidad del pene le genera problemas al binarismo de género y, por tanto, a la heterosexualidad obligatoria.

Considero importante incluir que la grasa, como otros elementos, altera la forma de los genitales, cosa que es totalmente normal, por otra parte.

Estamos bombardeados por la idea de la uniformidad genital que nos transmite el porno, esa fuente sobre la cual muchas personas basan su aprendizaje sexual, pero lo cierto es que lo que hay por ahí es una variedad de genitales muy abundante, además de real.

Uno de los grandes descubrimientos de mi adultez fue el entorno de mi oronda vulva, porque sí, las mujeres gordas también tenemos vulvas gordas.

Mis labios mayores poseen un tamaño mayor que los de las mujeres delgadas, así que mi clítoris está profundamente acurrucado entre mis rechonchos labios y gracias a mi hermoso vientre, la entrada a mi conducto vaginal está un poquito más por debajo que el de los cuerpos delgados, porque los cuerpos varían.

Todos estos elementos se adaptan perfectamente al acto sexual y no modifican la identidad de género, la orientación o el encanto de las personas.

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  1. El desarrollo de las tetas de hombre.

Otra fuente de preocupación en lo relativo a hombres gordos es el desarrollo de los pechos, también conocidos con el vergonzante nombre de tetas de hombre o moobs en inglés (mezcla de los términos man (hombre) y boobs (tetas, pechos).

Este fenómeno suele leerse como repugnante (¡gracias, UrbanDictionary!) e Internet está lleno de recomendaciones para su tratamiento, tanto quirúrgicas como de otros tipos.

En un artículo para la revista Men’s Health sobre el destierro de las tetas de hombre, el autor se explaya con lo siguiente: es probable que te gusten los pechos prominentes siempre que no seas tú el que los lleva puestos.

Como en el anteriormente mencionado meme del pene desaparecido, se establece aquí un vínculo entre la heterosexualidad obligatoria y el tamaño del cuerpo, ya que, subliminalmente, se determinan las fronteras de la sexualidad insisitiendo en que solo las mujeres deben tener pechos.

Como hombre, debes sentirte atraído hacia ellas, y si eres el que las lleva, entonces estás haciendo tambalear la heteronormatividad porque desdibujas esa división socialmente determinada entre los cuerpos leídos como hombres y los leídos como mujer.

He aquí la verdad: todo ser humano tienen pechos. Y los Estados Unidos poseen una cultura especialmente obsesionada con los mismos. Creo que, en relación a esto, hay un nexo de unión entre la obsesión por la despersonalización y la sexualización de los cuerpos leídos como mujer y las preocupaciones sociales que generan los cuerpos gordos leídos como hombre.

Se supone que solo los hombres son los que despersonalizan nuestros cuerpos; nuestros pechos, específicamente. Cuando los pechos masculinos superan el límite que se establece de manera arbitraria, comienza a haber problemas, ya que la lectura de lo masculino comienza a confundirse.

Más que eso, el poder que en teoría ostentan los hombres se sustenta, en parte, en el concepto de la superioridad física de sus cuerpos, porque los cuerpos gordos, género aparte, están construidos como físicamente incapaces, convirtiendo a los hombres gordos en una amenaza a la dominación masculina.

Conclusiones.

Seamos claras: no apoyo ninguna de las descripciones de los hombres gordos que he mencionado anteriormente. Quiero también aclarar que no he llegado a todas las razones por las cuales los hombres sufren gordofobia, ya que son muchísimas.

Sin embargo, creo firmemente que el sexismo ejerce uno de los papeles más importantes en las maneras en que se describe a los hombres gordos por Internet.

Esta preocupación porque  los hombres gordos se conviertan paulatinamente en cuerpos leídos como mujer o porque muestren características tradicionalmente adscritas a los mismos es, en mi opinión, el núcleo (o su mayor parte) de la gordofobia sufrida por los cuerpos leídos como hombre.

Y, por tanto, concibo que el enfoque de este asunto debe partir desde el feminismo. No solo eso, creo que merece que nos preguntemos, sin obviar el privilegio masculino, que los hombres gordos todavía ostentan, por las modos con los que se construyen culturalmente los cuerpos de los hombres gordos  y la manera que esto afecta a la lectura de los cuerpos leídos como mujer y al control de la disconformidad de género de cualquier tipo.

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4 comentarios en “Los hombres gordos son una cuestión feminista.

  1. Mayoritariamente de acuerdo. Sin embargo, la experiencia me ha enseñado que la «feminidad», entendida como el conjunto de atributos que, justamente o no, atribuimos tradicionalmente al género femenino, se utiliza en general como descalificativo para hombres.

    Es decir, todo ápice de «feminidad» en un hombre es criticable, repudiable y repugnante; es más, la sugerencia de una «falta de masculinidad» (en sus formas más dispares, como valentía, libido, disfrute de la actividad física, etc.) es suficiente como para, literalmente, herir gravemente a muchos niños y adolescentes.

    El fenómeno de la «gordofobia» (prácticamente sin comillas) masculina creo que es simplemente una parte más del sexismo, es decir, el hombre gordo es criticado no tanto por ser gordo en si sino porque la obesidad puede acarrear y/o ser causada por (aunque sólo sea en el imaginario colectivo) factores que se identifican como femeninos.

    Nunca en mi vida he visto a un hombre gordo pero «masculino» – estereotípicamente hablando – ser criticado. Se puede pesar 240 kg, 300 kg, los que sean, mientras esto vaya acompañado de una gran motocicleta y una chupa de cuero, un apetito voraz, metro noventa de altura y brazos musculosos. El problema de la gordofobia en los hombres es lo de menos, yo creo. Lo que se aborrece es esa «feminidad» en si misma: cuando un hombre gordo se ve, además, torpe y lento, o débil, o «blando», o sensible, o poco resistente al esfuerzo físico, o literalmente mermado fálicamente. También se achaca la gordura a ser vago, sedentario, más factores «no masculinos», y eso es lo que se critica mortalmente. El hecho de comer como un león de lo que te dé la gana, en si, ¡no es criticado! ¡es lo que un «verdadero hombre» debería hacer! No creo que, en general, la dinámica sea «Está gordo, ergo bromeamos con su reducido tamaño de pito»; sino «Se supone que tiene el pito corto, ¡puto gordo!».

    Apuntaré, quizás inadecuadamente, pero ya que el tema sale a colación, que esta presión social es sin duda alguna fruto del sexismo (machismo y misoginia) de la sociedad, pero es igualmente terriblemente opresiva para muchos hombres (sobretodo niños y adolescentes) ya que al no amoldarse al estereotipo machista de hombre dominante, agresivo, etc. reciben muchísima presión inmediata en entornos escolares Y VIOLENCIA FÍSICA, lo cual está totalmente normalizado (unas collejas al empollón, una patada al puto gordo), esto además de la comprensible frustración que produce ver machaconamente en todos los medios lo que deberías ser y no eres (esto creo que puedo decir sin pecar de bocazas que la mayoría de las mujeres lo conocéis más que bien, bastante tenéis). ¡Y! que sumando a estos factores que un rasgo clásicamente «masculino» es el de ser estoico y no quejarse (quejarse es de «nenas») hace que en muchas ocasiones pasen por este infierno sin abrir la boca. Y luego cuesta que un hombrecillo triste que ha pasado por esto sea capaz de entender que ellos son los privilegiados y las mujeres las oprimidas (aunque efectivamente su existente e importante opresión es consecuencia inmediata del sexismo contra el que el feminismo lucha y efectivamente menor que lo que viene siendo la normalidad de la vida de casi todas las mujeres). Y pasa lo que pasa con los MRA’s enceguecidos.

    (Mis dos céntimos de humilde opinión al respecto. Gran post. Un saludo.)

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    • Pues me imagino que lo dirás por miriam… por que el anterior tiene bastante razón… me imagino que le tienes envidia de que maneje tanto conocimiento que a tí se te escapa… pero bueno… siempre puedes aplicarte el cuento y estudiar, que siempre te hará bien… ah, recuerda que la risa es relajante… ten el detalle de dar las gracias…
      Los argumentos del comentarista son buenos… a lo mejor no es científico… pero su comentario tiene más de tres líneas… hala intelectual…

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