¿Cómo lidiar con la gordofobia en el periodo de recuperación de un TCA (Trastorno de la Conducta Alimentaria)?

Del original de Erin McKelle en Dealing with Fatphobia while in Eating Disorder Recovery.

Humillar a una persona por su peso tiene efectos altamente nocivos para su salud física y mental y para la relación de esta con su propio cuerpo.

Los trastornos alimentarios tienen efectos altamente nocivos para la salud física y mental las personas y para la relación de estas con sus propios cuerpos.

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¿Lidiar con ambos a la vez? Harto difícil.

Cualquier receptora de medios de comunicación te dirá que muchas cosas relacionadas con este asunto son inevitables. Que allá donde mires, existen mensajes relacionados con el cuerpo y el peso. Vivir en [esta] sociedad y no haber tenido contacto con algún tipo de gordificación[1] es, cuanto menos, imposible.

Está en nuestra mano aprender cómo lidiar estos ataques de tal manera que evitemos que afecten al transcurso de nuestra recuperación.

Trastornos alimenticios y gordofobia.

Ambos elementos, los trastornos alimentarios y la gordofobia, están íntimamente ligados.

Muchos (si no la mayoría) de trastornos alimentarios se relacionan directamente con el dúo peso-ansiedad. La necesidad de controlar el peso propio o de manipular personalmente nuestro cuerpo también es consecuencia de lo anteriormente mencionado.

También existe cierta conexión entre los trastornos alimentarios y la influencia de los medios de comunicación. La insatisfacción con nuestro cuerpo y los trastornos de la conducta alimentaria son consecuencia directa de nuestros hábitos en la sociedad de consumo y la publicidad.

Estas afecciones están experimentando un repunte. Según recientes investigaciones, la quinta parte de las mujeres de entre doce y treinta años padece algún trastorno de este tipo. De manera esclarecedora, el alcance de los medios de comunicación también ha crecido con el paso de los años. Algunas investigaciones han demostrado que incluso una exposición a corto plazo al canon ideal mediático de delgadez puede agravar la insatisfacción con nuestro propio cuerpo.

Existe una conexión entre la recepción (y la consecuente naturalización) del modelo de delgadez ideal y el desarrollo de trastornos alimentarios.

Esta obsesión cultural con la delgadez, y la gordofobia que la acompaña, genera efectos negativos no solo en el ámbito de la salud mental sino también en el contexto de la creación y explotación de estereotipos y de actitudes gordofóbicas hacia personas que padecen trastornos alimentarios. Esto no solo puede poner trabas a la recuperación, sino que puede incluso agravar el trastorno.

¿Entonces, qué opciones tenemos para solucionar esto?

Lidiar con la gordificación.

En el momento de entrar en conflicto con alguien por motivos de gordificación, la réplica podrá variar dependiendo de tu cercanía con esa persona.

Si la vejación procede de un extraño (alguien quien, a priori,  desconoce tu trastorno), es recomendable que evites cualquier tipo de interacción o abandones la conversación, dependiendo de tu nivel de confianza y seguridad.

Puedes elegir dar una contestación a esa persona, pero lo más importante es cuidarte a ti misma.

Si alguien es susceptible de llevarte a un estado de ansiedad, no te molestes en establecer una conversación con esa persona.

En el caso en que esa persona sea cercana a ti o conozca de alguna manera tu afección (compañeros de clase o amigos mutuos), puedes optar por solicitarle cortésmente no emitir comentarios provocativos en tu presencia. Una buena opción es decir qué te hace sentir incómodo o que no te gusta hablar sobre cuerpos ajenos. Exponer razones conseguirá, probablemente, que abandone el tema.

¿Y en caso de que no lo haga? De nuevo, abandonar la conversación siempre es una opción válida.

Si la persona en cuestión es especialmente cercana, alguien a quien procuras cuidados (un familiar o un buen amigo), probablemente te encuentres en una situación lo suficientemente cómoda como para mostrar tu malestar al nivel que creas conveniente. Si crees conveniente transmitir que padeces un trastorno alimentario, hazlo. Si no deseas expresar tu malestar, también está bien. Una manera muy útil de gestionar ese malestar es hacer lo que te haga sentir segura en ese momento en concreto. En cierto modo, puede ser más difícil lidiar con la gordofobia que procede de gente a la que consideramos cercana porque las palabras de esas personas causan un efecto mayor en nosotros. Asimismo, esas personas pueden empeorar la situación cuando son origen de ese trastorno alimentario (yo, por ejemplo, tengo a algunas personas en mi vida que interpretan ese papel).

Un buen criterio al que adherirse en cualquier situación es la honestidad (en cualquiera de sus formas). Dudar sobre tu actuación es y será una sensación siempre recurrente; así que, si la cortas de raíz, te será de gran ayuda a largo plazo.

Permítete poner en práctica un juicio crítico sobre ese tipo de comentarios ajenos, no los interiorices ni naturalices.

Cuida de ti misma y ten en cuenta tus necesidades por encima de todo; pon en marcha actividades de autocuidado para aliviar el estrés causado.

Gordificación a través de los medios de comunicación.

La gordofobia que emana de los medios de comunicación es un hueso más duro de roer. No nos engañemos, vivimos en una sociedad cuyo eje es el consumo publicitario; lo comemos, lo bebemos y lo respiramos. Lo vivimos a diario.

Intenta pasar un día sin buscar nada en internet, sin ver la tele, sin leer ningún artículo, sin escuchar música, sin ver un anuncio o un cartel publicitario o sin ni siquiera revisar tu teléfono. ¿A que es difícil?

Teniendo en cuenta todo esto, evitar el contacto con los medios no es una buena solución para lidiar con el problema de la gordofobia. Sin embargo, existe una alternativa: aplicar los preceptos de la competencia medioinformativa a tu consumo personal de medios.

Mediante la puesta en práctica de la competencia medioinformativa, no absorbes sin criterio el bombardeo de mensajes. La gran diferencia es que, en este caso, estás interviniendo en su captación y analizándolos  en vez de dejar que se enconen en bruto en tu subconsciente.

La competencia medioinformativa abarca una inmensidad de pensamiento crítico y analítico (¡y práctico!), pero puede llevarse a cabo si simplemente reflexionas sobre las siguientes cuestiones elaboradas por el Center for Media Literacy (organización educativa relacionada con la competencia informativa) cuando ves un anuncio:

1. ¿Quién ha creado este mensaje?

2. ¿Qué creatividades llaman habitualmente mi atención?

3. ¿En qué medida otras personas entienden el mensaje de una manera diferente a la mía?

4. ¿Qué valores, estilos de vida y puntos de vista están representados u omitidos en este mensaje?

5. ¿Por qué se ha enviado este mensaje?

Un consejo para ayudarte a responder a estas preguntas: es importante recordar que los mensajes publicitarios tienen un objetivo, y ese objetivo es, en la mayoría de ocasiones, la obtención de poder o beneficio económico.

La próxima vez que veas un programa de televisión o leas algo en internet, tómate un momento para hacerte estas preguntas y para responderlas. Cuanto más practiques, mejor.

Gordofobia naturalizada

La cultura en la que vivimos se articula en torno al culto al ideal de delgadez. De esta manera, todos tenemos naturalizada su presencia en nuestro interior, y afecta a su vez a nuestra forma de pensar, a uno u otro nivel.

La concepción de nuestro propio cuerpo puede agravar el trastorno alimentario que padecemos. No solo eso, también puede constituir, en sí misma, una gran parte de ese trastorno. Por esto, enfrentarse a la gordofobia debe ser parte esencial de nuestra terapia. Debemos aprender a amar nuestros cuerpos y extirpar los juicios de valor sobre él, tanto ajenos como propios. Esto último constituye el caso más severo de gordofobia al que nos enfrentaremos.

Y no puedes hacerlo sola.

Es de vital importancia estar rodeado de una red de apoyo con la que puedas hablar y en la que puedas disfrutar de protección. Expresa ahí tu diálogo interno, ese en el que hablas de tu cuerpo. Pregunta por nuevas técnicas para relacionarte con tu cuerpo. Procura que te hagan mantener la responsabilidad sobre ti misma.

No existe una hoja de ruta infalible para tratar con la gordofobia, ya que cada persona explota un tipo diferente de gordofobia. Sin embargo, puede ser de ayuda poner en práctica algunas técnicas que te ayuden a entender cómo piensas sobre tu propio cuerpo.

Intenta escribir cualquier pensamiento que tengas sobre cuerpos durante un día entero. Percátate de los momentos en los que usas lenguaje gordofóbico o te sobrevienen pensamientos gordofóbicos. Usa afirmaciones positivas para acallar a ese duende de tu cabeza. Intenta que tu red entienda lo mejor posible en la posición en la que te encuentras. Puede dar miedo, pero entiende que es una parte insoslayable de la terapia.

***

Lidiar con la gordofobia nunca es fácil, pero es posible. Un elemento importante que debes recordar es que tanto tú como tu entorno debéis ser responsables de vosotros mismos.

La gordofobia forma parte de nuestro entorno cultural y, por ende, de tu realidad. Pero no tiene que ser así para siempre.

Puedes recuperarte.

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Erin McKelle es escritora colaboradora de Everyday Feminism además de ciberactivista, videobloguera, estudiante y abogada vocacional. Ha puesto en marcha varios proyectos, entre ellos  Fearless Feminism y Consent is Sexy. En sus ratos libres le gusta leer, escribir poesía de mala calidad, dibujar, la política y los realities de televisión. Puedes visitar su página o encontrarla en  Fearless Feminism,  Facts About Feminism y  Period Positive. Síguela en Twitter  @ErinMckelle y lee aquí sus artículos.

 

[1] Del término en inglés fat-shaming, del hipertérmino victim-shaming: humillar y vejar a alguien por determinada condición, en este concreto, por su peso.

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